jueves, 20 de agosto de 2009

Hábito de alcancia.

Te desvestí con la mirada de nuevo,
no me importó que lo notarás;
qué me importa que pintes huevos
siempre que yo mire esas nalgas.

Te encuentro muy sensual esta tarde.
No te habría reconocido de no ser por las bragas,
alguna fijación tienes con los cacheteros de encaje.
Seguro estoy de que disfrutas mi acoso.

Al verte lejos me imagino tu aroma,
cuando a mi lado pasas te imagino empinada.
Cambiaste de hábito y me guiñaste el ojo,
miraste asombrada mi entrepierna.

Notaste mi pinga erecta.

Observaste el vacio en mi mirada.

Te acercaste a mi cautelosa.

Tomaste mi brazo y guiaste.

Con una mano frotaste mi bulto.

Con la otra detuviste un taxi.

Aquí bajo tus redes, nada me preocupa...
Si acaso, sólo que me alcance.

viernes, 7 de agosto de 2009

Correspondencias

Y la chiquilla en la cama, así que no hay bronca...
De ladito, así, me gusta sentir el tope y lo rugoso;
no, mami, no me gusta que me toques ahí... Soy hombre.

De la mitad pa'trás, no sentirás lo duro sino lo tupido,
así, a raíz; quiero ver como me en-papas-la-longaniza.
¿Verdad que no duele, mi vida?

Qué rico tu sexo, no sin el mío.
A la velocidad de los perros... Qué buen coito.
No te muevas así, mi amor, que ya me vengo.

Esperame cinco líneas, me repongo y te toca a tí.




No sé porque te gusta tanto, si el pene es feo.
¿Que sabe rico? Allá tú, a mi me gusta, sí, pero...
Metértelo. Ok, otra vez.

Sí, mi reina, te toca a tí.